Latacunga, Cotopaxi
Su rostro reflejaba alegría y su imagen total la de un hombre sano y lleno de vida. Así es como dejó la cárcel de Latacunga, el correista Jorge Glas Espinel, después de 4 años de reclusión por actos de corrupción.

Su liberación es producto de un Hábeas Corpus concedido por el juez Diego Moscoso, de Manglaralto, en la provincia de Santa Elena, un fallo considerado insólito y polémico.

Hoy, domingo 10 de abril del 2022, la militancia del correismo se volcó al reclusorio a esperar la salida en medio de júbilo y pronunciamientos de perseguido político.

La excarcelación de Glas es el fiel reflejo de leyes adecuadas a favorecer la corrupción, es decir, al perdón de quienes se benefician de un acto irregular.

Las asambleístas de UNES Marcela Holguín, Ana Herrera y Patricia Núñez, entre otros, fueron sus escoltas.

El expresidente Rafael Correa, también condenado a ocho años por el caso Sobornos, convocó a sus fanáticos a una caravana de Latacunga a Guayaquil. Invitó a los seguidores del correísmo a recibir a Glas durante su trayecto, en Santo Domingo, Quevedo, Babahoyo y finalmente en Guayaquil.

Rafael Oyarte, constitucionalista, consideró que el habeas corpus no se refiere a una sentencia condenatoria, sino a un auto de prisión que no está identificado y sobre el que ordena medidas alternativas.

A su criterio, el SNAI al permitir la liberación de Glas, está cometiendo un delito.

La defensa de Glas utilizó el argumento de que la salud del exvicepresidente está deteriorada. El abogado Édison Loaiza también hizo referencia al último amotinamiento en la Cárcel de Latacunga, como consecuencia del traslado de los presos de Turi a La Roca.

Los abogados Harold Burbano y Fausto Vásquez coinciden en que el proceso es “irregular”, porque no cabía un habeas corpus bajo las condiciones en las que fue otorgado. (I)

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